Amanece temprano, demasiado temprano, cuando más madrugas más raro te sientes. "Ésto no es normal" pienso mientras encajo las articulaciones para ponerlas en marcha en un día que promete ser largo.
Despego de Barcelona y aterrizo en la Isla del verano.
Que diferente es esta tierra despojada de títeres fiesteros y vagabundos del placer sintético. En cambio, otras caras se hacen presentes. Los perro flautas acompañan a sus dueños de rastas telearañadas.
Rumbo Satrincha, responsables franceses me indican qué tengo que hacer.
Pasada la mañana y finalizado el catálogo deportivo dispongo de varias horas antes de coger el vuelo de regreso a casa.
El sol hace que la piel sienta y el viento que me estremezca en una día radiante de luz en el cual he aprovechado para PENSAR, pasear y ver el mar.
Eso que llaman relajarse lo he podido sentir hoy en LA ISLA.
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